29 de julio de 2008

Verano

City Sunlight, Edward Hopper (1954).


Unos vuelven de vacaciones, otros se van...
Las conversaciones giran en torno a viajes, escapadas, pensando si es mejor aquí o allá, esto o aquello.

Hace calor y pongo el telediario: el tráfico, operación salida, las playas atestadas, gente sentada en terrazas, altas temperaturas. Apago la tele.

Entra el sol por la ventana, oigo jugar a los niños en la calle desde el salón y tengo la sensación de que a mi alrededor todo se mueve continuamente, todos van o vienen, entran o salen. El mundo gira, pero yo estoy aquí quieta, clavada en el suelo.

Y aún no sé si eso es bueno o es malo...

26 de julio de 2008

La niña enferma

Niña enferma, Christian Krohg (1881).


Hoy os traigo otro cuadro que siempre me ha impresionado mucho.

En torno a 1880 muchos pintores representaban en sus cuadros niños enfermos o convalecientes recostados sobre grandes almohadas (también Munch, entre otros), era un tema muy recurrente y la mayoría de las veces estos cuadros estaban basados en experiencias personales de los artistas.

En éste caso Krog pintó el cuadro tras la muerte de su hermana, y de todos los óleos que creó sobre el tema, éste tiene una fuerza especial porque está lleno de simbolismo.
La rosa que la niña sostiene entre sus manos, es un símbolo de la delicadeza y de la caducidad de la vida. Y esa almohada enmarcando su rostro como un nimbo... rostro que a mi se me asemeja temeroso, con la mirada fija directa a nuestras almas.
Sentada en su mecedora con su mantita ésta niña nos hace reflexionar, y sobre todo, nos hace sentir cosas, que al fin y al cabo, es el sentido último del arte.

16 de julio de 2008

Anabel Lee

Hace ya bastantes años, en plena adolescencia romántica, mi prima Elena me descubrió éste poema de Edgar Alan Poe que se convirtió, desde ese momento y para siempre, en uno de mis favoritos. Y el otro día, charlando con unos amigos, lo recordé de pronto al nombrar una canción que hizo Radio Futura versionando la letra, y no he podido resistirme a compartirlo con vosotros.

Que sirva pues como homenaje y recuerdo de aquellos años adolescentes de búsqueda e incertidumbre, bañados por textos de Becker, Poe, Neruda o Cortazar, en los que la vida parecía siempre un drama, y todo era blanco o negro... todo era extremo.
Fue entonces cuando comencé éste viaje que todavía dura, aunque el tiempo me ha ido enseñando a ver que el mundo está lleno de matices y colores, enriqueciendo mis horizontes.

La traducción del poema es mía, así que ya me disculpo de antemano por haber perdido la rima y la métrica con ello, pero he preferido conservar la esencia... Seguro que a vosotros también os trae recuerdos, que lo disfrutéis!

Por cierto, el cuadro de Friedrich era obligado, sólo él consigue transmitir con igual fuerza el sentimiento romántico del poema. Imagino la soledad de ese hombre recordando a su amada sumido en una aparente quietud melancólica, pero arrebatado en el fondo por una tormenta interna, observando esa niebla que parece un mar agitado...


Viajero frente al mar de niebla, Friedrich (1818).

Anabel Lee

"Hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Anabel Lee.
Y vivía aquella señorita sin otro pensamiento
que el de amar y ser amada por mi.

Ella era era una niña y yo un niño en éste reino junto al mar,
pero nos amábamos con un amor (yo y mi Anabel Lee)
que los sublimes serafines del cielo nos envidiaban a ella y a mi.

Y fue por eso que, mucho tiempo atrás,
en éste reino junto al mar, un viento sopló de una nube
congelando a mi hermosa Anabel Lee.
Vino entonces su noble parentela y la llevaron lejos de mi
para encerrarla en un sepulcro en este reino junto al mar.

Los ángeles no eran ni la mitad de felices en el cielo,
y nos envidiaban a ella y a mi.
Esa fue la razón (como todo el mundo sabe en éste reino)
de que el viento llegase de una nube aquella noche
helando y matando a mi Anabel Lee.

Pero nuestro amor era más fuerte que el amor
de aquellos que eran más mayores,
de aquellos que eran más sabios.
Y ni los ángeles del cielo ni los demonios del mar
podrán jamás separar mi alma del alma de Anabel Lee.

No luce la luna sin traerme en sueños a la hermosa Anabel Lee,
y las estrellas no brillan sin que vea los ojos brillantes de Anabel Lee,
y así paso la noche tumbado al su lado
de mi querida, querida, mi vida, mi prometida,
en su sepulcro junto al mar,
en su tumba junto al mar rumoroso."

E. A. Poe.

10 de julio de 2008

Futuro incierto

Desnudo con tela roja, Egon Schiele (1914).


Hay temporadas en la vida en las que todo parece tremendamente aburrido. La rutina nos sumerge en un letargo tranquilizador (y algo alienante) que nos hace sentir seguros, aunque también a veces frustrados, apalancados...

Hasta que un día, de pronto, sucede algo que pone todo patas arriba, y aquella sensación de aburrimiento se nos asemeja el paraíso perdido, la tranquilidad frente al desasosiego de no saber... la mente y el alma se retuercen ante la incertidumbre del mañana, y te preguntas: ¿Qué será de mi?
No saber... ése es el problema.

De pronto somos libres, y eso nos angustia, porque nos hace sentir inseguros.
Si estás en una jaula con la puerta abierta vives tranquilo, porque piensas que estarás encerrado sólo el tiempo que tú quieras, hasta que te apetezca salir. Pero si te sacan de la jaula y de pronto te encuentras ante el cielo inmenso para volar, comienzas a sentirte pequeño e indefenso, porque no sabes hacia dónde dirigirte, qué dirección tomar.

Y en esas estamos...
¿Alguien me presta un mapa, por favor?

7 de julio de 2008

Amistad

Keith Haring (1987).


Hoy me gustaría dedicar ésta entrada a mis amigos...

...Por las conversaciones profundas y las charlas intrascendentes,
por la mano en el hombro y el dedo en la llaga si es necesario,
por la risa y por el llanto,
por tratar de levantarme cada vez que me tropiezo,
por escucharme unas veces, y otras hacer oídos sordos,
por mirarme y verme siempre,
por echarme jarros de agua fría y prestarme después toallas calientes,
por no olvidaros de mi y mantenerme cerca de vosotros, aunque estéis o hayáis estado lejos.

Por quererme como soy, os hago éste pequeño homenaje desde mi ventana.
Gracias!