26 de enero de 2009

Munch

Muerte en la habitación de la enferma, Edvard Munch (1895).

Edvard Munch es otro de mis artistas imprescindibles, y hoy vengo a dejaros un cuadro muy representativo de una parte de su obra.

Cuando Munch era un niño perdió a su madre por la tuberculosis y, algunos años más tarde, también a su hermana Sophie por la misma enfermedad cuando ésta tenia quince años.
Estas dos muertes le marcaron para siempre, y fueron un tema que no dejó de plasmar en sus cuadros a lo largo de toda su vida, marcada por el miedo a la enfermedad y la angustia de la soledad.

Así, este cuadro representa de nuevo la muerte de su hermana, pero tiene dos novedades respecto a otros anteriores sobre el mismo tema, y es que ésta vez la protagonista no es la niña enferma, sino los familiares, entre los que se reconoce al padre de Munch al fondo junto a la silla, a sus otras hermanas en primer plano, y al propio artista de espaldas, haciéndonos partícipes de la escena y del dolor de los allí presentes, como si nosotros mismos estuviéramos dentro de esa silenciosa habitación. Por otro lado, la otra novedad es que los personajes no tienen la edad que tenían en el momento del acontecimiento, sino que Munch los reflejó tal como eran cuando pintó el cuadro, dieciocho años más tarde.
Así, la frase del artista "yo no pinto lo que veo, sino lo que vi" toma en éste caso pleno sentido.

Munch, cuando pintaba, no trataba de crear algo bello, sino que rebuscaba en su interior todas sus angustias para sacarlas fuera, y de ese modo tratar de comprenderse mejor a si mismo, por lo que sus cuadros no son escenas, sino reflexiones acerca de la vida y los sentimientos.
Pero en la Francia del último cuarto del S.XIX aquello no era fácil, y su obra fue muy criticada por sus extraños temas y sus trazos indefinidos (recordemos "El Grito") que hacían pensar al público indignado que los cuadros que exponía no estaban terminados, por lo que su reconocimiento artístico fue tardío.
Sólo en Alemania, donde luego triunfaría el Expresionismo, consiguió alcanzar el éxito , pero eso no seria hasta 1912.

14 de enero de 2009

Todo en mi

Verano, Giuseppe Arcimboldo (1563).


Hace poco alguien me preguntó qué tipo de música escuchaba normalmente, y no supe qué responderle...

Eso me hizo ponerme a pensar en cómo sería la banda sonora de mi vida, las canciones que elegiría para narrar mi historia musical, y creo que sería tan increíblemente variada que no habría manera de describirla.
Me pasa lo mismo con el cine o la literatura, y creo que con casi todo lo que hago en mi vida.
Me relaciono con gente muy distinta, me gusta vestir de muchas maneras y sentirme de muchas maneras, y me interesan cosas muy diferentes.

Soy como un puzzle gigante formado por multitud de piezas pequeñitas, todas distintas y todas imprescindibles por igual, porque, aunque solo faltase una, la imagen ya no estaria completa.

Además siempre he pensado que en la variedad está el secreto del aprendizaje, porque nunca sabes detrás de qué puerta puedes encontrar algo interesante, así que habrá que intentar abrir todas las posibles, aunque sólo sea para asomarte un poco a ver qué hay.

Claro que también dicen que quien mucho abarca poco aprieta, y bueno, así estamos...

8 de enero de 2009

Año nuevo, vida nueva

Vuelo de pajaros, Joan Miró (1941).


Pues si, parece que por fin terminó todo. Y es ahora, ocho días después, cuando siento que realmente comienza el año, así que para comenzarlo con energía positiva os voy a dejar un cuadro de Miró, que es un artista que me encanta porque siempre me hace sonreír.

Así que, para superar el mes de Enero y comenzar el 2009 (según mi calendario personal) con buen pie, emprenderemos el vuelo con sonrisas para todos!

3 de enero de 2009

Dulce navidad...

Adoración de los magos, Rubens (1609).

Estos días alegres, en los que parece que sonreír mucho, llenar tu casa de espumillón y desearle a todo el mundo felices fiestas es casi obligatorio han despertado un monstruo en mi...

Pero no siempre ha sido así ya que, en años anteriores, participé del ritual mencionado incluso con ilusión, pero éste año no sé porqué algo en mi interior se ha revelado de pronto, y la adolescente pesimista y antisistema que un día fui ha vuelto a mi desde el pasado (como el señor Scrooge de Dickens) para llenarme no de rechazo, sino de una indiferencia absoluta hacia todo lo navideño (excepto el turrón, confieso) y estoy deseando que llegue el final de todo esto para que las cosas vuelvan a la normalidad.

Seguramente esto sólo sea un estado de animo pasajero y el año que viene vuelva a poner el árbol en casa (solo el árbol, eh? Que los nacimientos y los villancicos ya son palabras mayores), pero de momento lo único que deseo con fervor es que llegue otra vez la primavera...

Y anda que no queda para eso.