Hace ya bastantes años, en plena adolescencia romántica, mi prima Elena me descubrió éste poema de Edgar Alan Poe que se convirtió, desde ese momento y para siempre, en uno de mis favoritos. Y el otro día, charlando con unos amigos, lo recordé de pronto al nombrar una canción que hizo Radio Futura versionando la letra, y no he podido resistirme a compartirlo con vosotros.
Que sirva pues como homenaje y recuerdo de aquellos años adolescentes de búsqueda e incertidumbre, bañados por textos de Becker, Poe, Neruda o Cortazar, en los que la vida parecía siempre un drama, y todo era blanco o negro... todo era extremo.
Fue entonces cuando comencé éste viaje que todavía dura, aunque el tiempo me ha ido enseñando a ver que el mundo está lleno de matices y colores, enriqueciendo mis horizontes.
La traducción del poema es mía, así que ya me disculpo de antemano por haber perdido la rima y la métrica con ello, pero he preferido conservar la esencia... Seguro que a vosotros también os trae recuerdos, que lo disfrutéis!
Por cierto, el cuadro de Friedrich era obligado, sólo él consigue transmitir con igual fuerza el sentimiento romántico del poema. Imagino la soledad de ese hombre recordando a su amada sumido en una aparente quietud melancólica, pero arrebatado en el fondo por una tormenta interna, observando esa niebla que parece un mar agitado...
Viajero frente al mar de niebla, Friedrich (1818).
Anabel Lee"Hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Anabel Lee.
Y vivía aquella señorita sin otro pensamiento
que el de amar y ser amada por mi.
Ella era era una niña y yo un niño en éste reino junto al mar,
pero nos amábamos con un amor (yo y mi Anabel Lee)
que los sublimes serafines del cielo nos envidiaban a ella y a mi.
Y fue por eso que, mucho tiempo atrás,
en éste reino junto al mar, un viento sopló de una nube
congelando a mi hermosa Anabel Lee.
Vino entonces su noble parentela y la llevaron lejos de mi
para encerrarla en un sepulcro en este reino junto al mar.
Los ángeles no eran ni la mitad de felices en el cielo,
y nos envidiaban a ella y a mi.
Esa fue la razón (como todo el mundo sabe en éste reino)
de que el viento llegase de una nube aquella noche
helando y matando a mi Anabel Lee.
Pero nuestro amor era más fuerte que el amor
de aquellos que eran más mayores,
de aquellos que eran más sabios.
Y ni los ángeles del cielo ni los demonios del mar
podrán jamás separar mi alma del alma de Anabel Lee.
No luce la luna sin traerme en sueños a la hermosa Anabel Lee,
y las estrellas no brillan sin que vea los ojos brillantes de Anabel Lee,
y así paso la noche tumbado al su lado
de mi querida, querida, mi vida, mi prometida,
en su sepulcro junto al mar,
en su tumba junto al mar rumoroso."
E. A. Poe.