Post office, 33rd and 8th, Richard Estes (2004). Grabado en madera (Xilografía en color).
Reconozco que soy una persona muy urbanita, en el sentido de que me gusta mucho vivir en la ciudad por la oferta de ocio y cultura que ésto conlleva, pero también soy una persona que necesita rodearse de paz y armonía para conservar el equilibrio, y eso en un entorno urbano a veces es realmente complicado.
Y es que hay días en los que parece que el mundo está patas arriba...
Ves el telediario y todo es muerte y corrupción, te deprimes pensando en lo mal que está el mundo y decides apagar la tele.
Sales a la calle a pasear y todo el mundo corre, todo va deprisa, alguien grita mientras habla por un móvil, una señora murmura improperios porque el autobús está tardando demasiado, un hombre en su coche pita sin descanso porque han aparcado en segunda fila, un niño berrea con una pataleta tremenda mientras su madre lo arrastra lejos de un escaparate de golosinas, se acerca una ambulancia con su sirena a toda velocidad...
Decides volver a casa y refugiarte en un buen libro, pero los vecinos quien sabe por qué comienzan a arrastrar muebles, y la escalera es un constante jaleo de gente gritando, subiendo y bajando.
Entonces terminas sentándote ante el ordenador para navegar un rato y tratas de recordar porqué te gustaba eso de vivir en la ciudad (que afortunadamente no es de las mas grandes, dios mío) y piensas en lo estupendo que sería vivir en un lugar donde se escuchase cantar a los pájaros, donde se pudiesen ver estrellas por la noche, y donde poder disfrutar de un rato de silencio sin necesidad de ponerte unos tapones.