
Este verano decidí hacerme escaladora, y eso que no tengo equipación ni experiencia ninguna al respecto, pero aún así me arme de valor y me propuse subir mi primera montaña yo sola.
¿Qué sucedió? Pues que me compré todo lo que creía que iba a necesitar, proclamé a los cuatro vientos mis intenciones y salí hacia la aventura, ilusionada aunque también algo temerosa ante tan desconocida experiencia.
Cuando llegué allí y contemplé la enorme montaña desde abajo, de pronto me pareció que era absolutamente inconmensurable, y que aquello seria completamente imposible para mi. Pero no iba a rendirme nada más llegar (uf! Qué diría todo el mundo al verme volver tan pronto...) así que antes de plantearme volver por donde había venido, decidí acampar en la base para estudiar mejor mis posibilidades reales.
Así, pasé un tiempo indecisa observando la ladera empinada, tratando de averiguar qué camino seria mejor tomar para una subida menos peligrosa o más fácil, pero todos los lados de la montaña tenían más o menos el mismo aspecto, y así pasó el tiempo hasta que un día decidí que tenia que intentarlo, aunque luego saliera mal.
Y así fue como levanté mi mochila y comencé a caminar. En este tiempo he recorrido valles tranquilos y laderas rocosas, días de sol y terribles tormentas de nieve... pero siempre trato de no perder de vista la cima para no desorientarme de mi objetivo y perderme.
Está siendo duro pero gratificante, he encontrado otros escaladores por el camino que siguen su propia ruta y me han dado consejos útiles, pero ésto tengo que hacerlo yo sola...
¿Qué sucedió? Pues que me compré todo lo que creía que iba a necesitar, proclamé a los cuatro vientos mis intenciones y salí hacia la aventura, ilusionada aunque también algo temerosa ante tan desconocida experiencia.
Cuando llegué allí y contemplé la enorme montaña desde abajo, de pronto me pareció que era absolutamente inconmensurable, y que aquello seria completamente imposible para mi. Pero no iba a rendirme nada más llegar (uf! Qué diría todo el mundo al verme volver tan pronto...) así que antes de plantearme volver por donde había venido, decidí acampar en la base para estudiar mejor mis posibilidades reales.
Así, pasé un tiempo indecisa observando la ladera empinada, tratando de averiguar qué camino seria mejor tomar para una subida menos peligrosa o más fácil, pero todos los lados de la montaña tenían más o menos el mismo aspecto, y así pasó el tiempo hasta que un día decidí que tenia que intentarlo, aunque luego saliera mal.
Y así fue como levanté mi mochila y comencé a caminar. En este tiempo he recorrido valles tranquilos y laderas rocosas, días de sol y terribles tormentas de nieve... pero siempre trato de no perder de vista la cima para no desorientarme de mi objetivo y perderme.
Está siendo duro pero gratificante, he encontrado otros escaladores por el camino que siguen su propia ruta y me han dado consejos útiles, pero ésto tengo que hacerlo yo sola...
Esperemos que al final merezca la pena.